jueves, 28 de agosto de 2008

Redactores a la hoguera


Controlador de los poderes públicos, guardián vigilante de las autoridades, azote de dictadores, políticos mentirosos y corruptos, garante de la libertad de expresión de la sociedad. El periodismo tiene vocación de profesión noble y necesaria. Los ciudadanos se informan, forman su opinión, se entretienen y conocen las tropelías de los gobiernos a través de los medios de comunicación, aunque también se indignan con las manipulaciones periodísticas, se asquean con la basura del corazón y se asombran con los errores de trazo grueso, que abundan en el sector. Citando a mi abuela, de toda hay en la viña del Señor. Son los periodistas quienes describen, elogian, catapultan, ningunean o hunden las carreras de muchos hombres de estado o artistas famosos y, debido a ese poder, a menudo están en la línea de fuego de la opinión pública.


La mayoría de la gente no se para a pensar que las ruedas que mueven el molino de los medios están engrasadas con el mismo aceite neoliberal que el resto de profesiones: una oligarquía formada por presentadores de medios audiovisuales y plumas de prestigio millonaria y una mayoría aplastante de periodistas cuyas condiciones de trabajo empeoran por momentos: salarios mileruristas, abrumadoras sobrecargas de trabajo que impiden la búsqueda de fuentes, asunción de funciones de superior categoría sin contraprestación económica, adecuación a los intereses ideológicos al medio en cuestión so pena de despido y habituales jornadas laborales de diez horas –como mínimo-, sin computar un mísero minuto de tiempo extra remunerado. “Un periodista no tiene horarios” es la coartada que repiten los directivos. A la asfixia económica- empresarial, los periodistas responden, todo hay que decirlo, con una sumisión lamentable. Se acepta ser mensajeros de informaciones basura o no contrastadas, se vive media vida en la redacción y casi nadie se atreve a irse a su casa a la hora, y el individualismo se exacerba en detrimento de la asociación sindical. El gremio, es un hecho, se ha acobardado por completo. Y uno se incluye en el paquete.



La parrafada demagógica sirve de contexto a la historia de Giles Coren, motivo originario de esta entrada. Este bobolongo de cabeza alargada y descerebrada alterna el periodismo con la edición de textos y con la propaganda corporativa. Si algo he aprendido es que este gremio es una profesión de castas, en la que los periodistas especializados tienen todas las de ganar, y los compañeros de pico y pala reciben palos por todos los lados. Especialmente aquellos que se dedican a arreglar, cortar y editar las supuestas obras maestras de las firmas de prestigio de turno. Entre los popes con más poder están los críticos gastronómicos, y uno de ellos es Giles Coren, presentador también de televisión y hábil generador de controversias en el Reino Unido. Sin ir más lejos, hace un par de años propuso la imposición de un impuesto directo a los obesos, en la línea de esas medidas mundofelizhuxlianas de ciertos pensadores ingleses, como no tratar o cargar con gastos extras a los enfermos de cáncer pulmonar. Algo así como jódete si eres gordo y muérete sin hospital si has fumado.


Hace poco menos de un mes –las vacaciones nos habían impedido abordar antes el asunto-, una explosiva carta del lenguaraz Coren llegó a la redacción de The Sunday Times. Benditas filtraciones mediante -¿qué sería nuestra profesión sin ellas?-, la misiva llegó a los ordenadores del competidor The Guardian, que no tardó en hacerla pública en su versión online. Pidiendo perdón por adelantado por la libre traducción, reproducimos a continuación el estacazo hiriente del mediático Coren a los redactores del periódico. ¿Su gran pecado? Omitir una preposición de la última línea del artículo sobre un restaurante de Coren. Leer y juzgar por vosotros mismos.

La carta de Giles Coren a los redactores que editan sus textos en The Sunday Times
(Versión original en inglés)

Tipos,

Estoy más cabreado que una mona. Me dirijo en este mail a Owen, Amanda y Ben, porque no sé exactamente con quién tengo que estar muy cabreado (…)

No me gusta que la gente juguetee con mis artículos simplemente porque le guste meter mano en textos ajenos. No disfruto con las sugerencias de personas que dicen tener un mejor oído u ojo para saber lo que quieren decir mis palabras exactamente. Owen, ya habíamos hablado del hecho de que, en un artículo mío anterior, tú transformaste tres frases largas en seis cortas, y de que aquello no se iba a volver a repetir. Así que deseo fervientemente que no hayas sido otra vez tú quien haya jodido mi texto del pasado sábado.

Esta vez se trata de la última frase. Las última frase de un artículo es muy, muy importante. Un texto periodístico se construye alrededor de ella. La frase final es la guinda, la musiquilla con la que el lector se queda el fin de semana.

Yo escribí en mi texto original: "No puedo pensar en un mejor lugar para sentarse esta primavera con una copa de rosado y contemplar a los niños y niñas afuera en la calle, sonriéndose alegremente, mientras uno se pregunta dónde ir para una comilona".
[En el original, ... where to go for a nosh].

Y apareció así en el periódico: “No puedo pensar en un mejor lugar para sentarse esta primavera con una copa de rosado y contemplar a los niños y niñas afuera en la calle, sonriéndose alegremente, mientras uno se pregunta dónde ir a comer".
[En el original: ... where to go for nosh].

No hay ninguna cuestión de longitud. Se trata de alguien pensando "voy a eliminar este artículo indefinido (“a nosh”) porque Coren es un cabrón analfabeto y yo lo sé hacer mucho mejor".

Pues, no tienes ni puta idea. Es una mierda, una auténtica mierda de edición de un texto por tres razones.

1) “Nosh”, como estoy seguro que vosotros como dominadores del yiddish sabréis, es un sustantivo formado de un “bastardización” del alemán “naschen”. Se trata de un verbo, y puede interpretarse con dos significados. Uno de ellos, “nosh”, significa simplemente “alimento”. Vosotros habéis decidido que esto es lo que quise decir y por eso eliminasteis la “a”. Ya me siento bastante insultado por el hecho de que penséis que tenéis un mejor oído para el inglés que yo. ¿Pero un mejor oído para el yiddish? Lo dudo. Porque el otro significado de “nosh”, y el que yo le había dado, es el de “una comilona".
[ a nosh en inglés puede inerpretarse como comilona o mamada].

La frase final que dejasteis es una mierda, y no es lo que quise decir. ¿Por qué cambiar una frase que significaba algo que yo no quería decir? No lo sé, pero se corre el riesgo de hacerlo cada vez que se cambia algo. Y la forma en que evitas este tipo de jodienda es no cambiar una palabra de mi versión original sin pedir mi permiso antes, ¿está claro? Es muy sencillo. Nunca. Tocar. Una. Palabra. Jamás.

2) Ahora voy a explicar por qué el error es una cagada mucho más grande de lo que parece. Verás, yo estaba haciendo una broma. A veces me da por ahí. Como cuando describo calles "sexualmente cargadas" (…)
Y "dónde ir para una comilona" tiene un significado secundario de buscar una mamada. No específicamente gay, porque estamos en el Soho, y hay muchas niñas que aceptan dinero de niños “noshing” (en busca de una mamada). “Dónde ir a comer” no tiene esa ambigüedad. La broma desaparece. Yo sólo escribí ese vulgar párrafo para poder hacer la broma al final. Y la jodisteis despojándola de ese sentido, como si fueses un albañil irlandés cabreado restaurando un fresco renacentista y pensando: 'Este Jesús es una mierda, voy a rellenarlo con un oso'. También podrías haberte cargado el párrafo entero. Quiero decir, me cago en Dios, ¿es que no lees los originales?

3) Y lo peor de todo. Lo más estúpido, la cagada mayor, la gilipollez más grande de todas, es que hayas eliminado la preposición no acentuada “a”, cuyo efecto era que todo el énfasis d ela frase recayese en "nosh". Eso también se ha perdido, y mi pieza termina con una sílaba sin acento tónico. Cuando uno está cerrando una pieza de prosa, la métrica es crucial. ¿No lo puedes escuchar? ¿No oyes que está mal? No hablamos de jodida ciencia nuclear (…)
Es algo jodidamente de catón. He escrito 350 reseñas de restaurantes en The Times y nunca los he terminado con una sílaba sin enfatizar tónicamente. Joder, joder, joder, joder, joder.

Lamento si esto parece mezquino (la última vez que envié un mail a los editores de The Times acerca del cambio de una sola palabra me acarreó todo tipo de problemas), pero es que me preocupo profundamente por mi trabajo, y odio verlo jodido por una edición de mierda (…)
Me desperté a las tres de la mañana el domingo y estuve tirado en el sofá dos horas, furioso. Raro, tal vez. Pero es así como soy.

Así se me va toda la confianza de escribir para la revista. No hay exageración. Tengo una crítica que escribir esta mañana y realmente no tengo ninguna gana de hacerlo, por temor a que algún matiz va a ser eliminado de la última línea y me vais a volver a arruinar el fin de semana.

He estado escribiendo para The Times durante 15 años y nunca he pedido antes esto, pero, a partir de ahora, debo insistir en que me envieis una prueba de cada crítica que haga, en formato pdf, para que pueda comprobar cuantas cagadas hay. Y debe ser enviada con tiempo suficiente por si acaso los cambios son necesarios. Es la única manera de que pueda continuar con mi trabajo.

Y, al hilo de lo que digo, me gustaría que quien hizo el cambio de mi texto me enviase un correo electrónico explicándome el por qué. Que me diga la razón exacta que le llevó a eliminar esa palabra de mi versión original.

Lo siento por la parrafada. El cabreo, un cabreo brutal que hace que mi cabeza heche humo, puede llevar a un hombre a la incontinencia verbal.

Cordialmente,
Giles

Y esta es la réplica de los vapuleados redactores de The Sunday Times a Giles Coren
(Versión original en inglés)

Estimado Giles,

La edición de textos es una profesión noble. También es un oficio ingrato, sobre todo cuando uno de los escritores te llama "cabrón inútil".

Tuvimos que respirar muy profundamente cuando tu e-mail llegó esta semana a la bandeja de entrada de redactores de toda la industria, justo después de que habíamos dejado de reír. No es que no creamos que tienes un punto de razón. Sí, juguetear o meter mano en textos sólo porque sí y sin consulta al autor no está bien. Es irrespetuoso y arrogante. Y podemos entender que estés furioso incluso, aunque sólo sea por la eliminación de una preposición.

No hay nada más irritante que un editor de textos que piense que es mejor que un escritor, sobre todo mejor que uno que se preocupa profundamente de su trabajo. Pero, de verdad, ¿tienes que ser tan grosero?

Laura Barton declaró el viernes en The Guardian que existe "una vieja tensión entre escritores y redactores-editores". ¿No te preguntas por qué? Contrariamente a lo que piensas, no nos “creemos mejores cuando lo jodemos todo”.

Ojalá pudieses ver el estado de algunos textos en bruto a los que tenemos que dar forma. Están mal estructurados, pobremente explicados, puntuados de pena y con una labor de investigación casi nula. No estamos diciendo que tus escritos entren dentro de ese saco; al contrario, tu nivel de periodismo es muy alto. Nunca he trabajado en un texto tuyo, así que damos por hecho tu argumentación de que es imposible mejorar tus textos en bruto originales. Por extraño que pueda parecer, muchos escritores no poseen conocimiento de su propia lengua; de hecho, a veces es difícil creer que el inglés sea su idioma materno, y no les importa un carajo cuidar lo que escriben, porque saben que un buen redactor-editor, a menudo con un alto nivel educativo, lo corregirá, lo comprobará y lo convertirá en prosa legible.

Nada de esto, sin embargo, puede excusar tu desagradable e intimidatorio tono en el e-mail, que parece decirnos “ser conscientes de vuestro lugar, pequeños e insignificantes trozos de mierda". Sí, tu carta es divertida, tanto y tan poco como son los textos plagados de palabras como "joder", "mierda" y "coño". Pero, por favor, alguien ha cometido un error. Ese alguien seguramente no tenía la intención de sabotear tu prosa inolvidable. Así que, si no te gusta lo que le sucedió a tu pieza, ten una charla con tu editor de textos. Sin duda, el desventurado redactor ya habrá sido profusamente despellejado, y se le habrán quitado sus privilegios de diccionarios.

Hace algunos años, un compañero nuestro tenía una camiseta impresa con la leyenda "XXXXXXX XXXXXXX es un cabrón”. Se ponía la camiseta cada semana, cuando tenía que lidiar con el escritor a quien se refería la leyenda, porque él, al igual que tú, recurría a un desproporcionado abuso cuando su utilización de la lengua era cuestionada. Odiaríamos que esto también pasase contigo, porque tú de verdad escribes bien, y poner en una camiseta "Giles Coren no es más que un amargado moralista que tiene que dejar de mirarse el ombligo" podría ser muy costoso por la longitud de caracteres. Los redactores no son más infalibles que los escritores. Así que, intentemos todos de tener un poco más de respeto mutuo, ¿de acuerdo?

Cordialmente,
Mia Aimaro Ogden
Joanna Duckworth
Redactores senior, The Sunday Times

jueves, 31 de julio de 2008

Fede... ¡no te vayas!



La espuma le sale por la boca. Su mirada quema al enemigo. Su pequeño dedo achatado señala a los pecadores que deben ser quemados en la hoguera. No tiene lengua, sino soplete flamígero. Porta un corazón de inquisidor que le bombea odio al cerebro. Hace bueno el dicho de que los bajitos tienen mucha mayor cantidad de mala leche por centímetro que cualquier otro ser tridimensional. La palabra socialista le produce un efecto devastador, a modo de ajos anti conde Drácula, y la melodía Gallardón le provoca convulsiones epilépticas y ataques de ira irrefrenables, acompañados del chirriar agudo de sus uñas sobre la mesa de la Cope. Es Federico Jiménez Losantos, el amigo Fede, el Harry Callaham de las ondas españolas, látigo de la progresía y el centro reformista, que puede tener los días contados en su poltrona episcopal. Una nueva sentencia contra el cowboy de gatillo fácil, esta vez por injurias al ex director del diario ABC, aumenta el run run entre los bastidores de los medios de comunicación. ¿Se comerá el turrón FJL en la emisora de los obispos o le darán puerta de manera elegante?


Estos son los hechos. Después de ser condenado el pasado 16 de junio a pagar una multa de 36.000 euros por injurias graves con publicidad al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, el pasado martes 29 de julio Federico recibió la segunda Hostia (¿pre o post confesional?) en la cara. El Juzgado de Primera Instancia número 69 de Madrid estimó parcialmente la demanda contra Losantos del ex director de ABC, José Antonio Zarzalejos, por intromisión ilegítima en el derecho fundamental al honor. Nuestro pequeño gran hombre tendrá que abonar 100.000 euros en concepto de indemnización, un sexto de los 600.000 euros que reclamaba el demandante. Aunque ambas sentencias ya están recurridas, la ascendencia entre los suyos del otrora consejero aúrico de la derecha española ha salido más que tocada.

El fallo exige también al presentador de La Mañana "poner fin a las actuaciones referidas y a cualesquiera otras de contenido equivalente", así como "abstenerse en lo sucesivo de realizar actos que comporten una intromisión ilegítima en el derecho al honor de José Antonio Zarzalejos Nieto". Pero sin duda lo que hará más pupa al fagocitador de políticos es la parte última del veredicto. Losantos deberá también publicar bajo su coste el fallo mediante anuncios en los diarios El Mundo, El País y Abc y "leer literalmente la sentencia en su programa, una vez entre las 6 y las 7 horas, otra vez entre las 7 y las 8 horas, y otra vez en la tertulia". Toma ya. Castigo humillante modelo Urdaci-Ce Ce O O, que el pequeño talibán de sacristía –Luis del Olmo, dixit- aceptará por encima de su cadáver.

Losantos ha calificado la sentencia como "un disparate" y ha asegurado que la recurrirá. "Es contraria a la libertad de expresión. Mi error ha sido no contraatacar en la justicia a los ataques que yo he recibido durante este tiempo, pero a partir de septiembre voy a demandar a todos los que están contribuyendo a mi linchamiento", clamaba el otro día en la páginas de El Mundo, el lugar desde donde lanza bombas de racimo a diario en su columna. Un periódico, por cierto, que podría ser el último reducto del irreductible Federico. Las señales invitan a pensar que puede haber humo en el fuerte. Carlos Herrera le ha birlado la segunda posición en las audiencias de los programas matutinos, y su respaldo entre la Conferencia Episcopal, según los confidenciales, está bajo mínimos. Aún conserva al valedor más importante, al Jefe de todo esto, el también cuaternario Rouco Varela, y al otro brazo armado de la fe española, el obispo Antonio Cañizares, pero apenas cuenta con otros respaldos entre la alta curia cañí. La pela es la pela, y el asunto Losantos sigue pesando como una losa en las negociaciones de la Iglesia con el Gobierno entreguista-socialista. Y es que los curas quieren seguir viviendo como Dios a costa del erario público, por los siglos de los siglos, amén.

Por otra parte, la sigilosa caída en desgracia de FJL tiene mucho que ver con la fallida operación "Devoremos a Rajoy“. La tripleta Pedro J, Esperanza Aguirre y Losantos –con el apoyo tácito de Ché Mari no me arrepiento de nada Aznar pergeñó la estrategia de la pinza, del acoso y derribo de don Mariano no sé si subo o si bajo Rajoy, desde la misma noche de la derrota electoral. Parecía coser y cantar ametrallar al antes gran líder del PP y poner a un nuevo duro en la dirección del partido de la gaviota. Pero hete aquí que, quizá envalentonados por la actitud del por entonces denostado Gallardón, la mayoría de barones del partido no se ha dejado amedrentar y ha evitado el enterramiento del político gallego. Han comprendido que, para llegar al poder, al menos en las formas hay que moderarse un poquito. Y si Pedro J y Esperanza tienen la capacidad de adaptarse al medio de los brillantes estrategas amorales –ahora dura o duro, luego reformista-, Losantos es incapaz de salirse de su espiral de insultos, obsesiones y amargura vital. Corren nuevos tiempos en el PP, y se acerca la extinción para los viejos dinosaurios de la derecha más recalcitrante, por muy fieros que rujan.

Sin embargo, al menos el que escribe, quiere quitarse la careta y hacer un ejercicio de sinceridad furtiva. Esta entrada quiere, por una parte, felicitar a los jueces del tan vapuleado sistema judicial español, que en dos sentencias han puesto coto a la bulimia verborreica del estandarte de la cadena Cope. Pero, al mismo tiempo, y aún a riesgo de poner a la vez dos velas a distinto santo, rogamos a sus señorías los magistrados que eviten continuar por la misma senda, no vaya a ser que acaben convenciendo a los curas de que hay que echar a Súper Fede, y nos quedemos sin el mejor humorista que ha dado la radio española en su medio siglo de existencia. Sus loas rayando en la mamada pública a Reagan y Thatcher son insuperables. Sus reiteradas explicaciones de la Guerra Civil a raíz del golpe de estado rojo (¿ein?) resultan enternecedoras. Su ristra de adjetivos para describir los años del felipismo es prolija y fascinante como ninguna otra. Su descripción de la venta de España a ETA a cargo de ZP nos hace gritar ¡¡síiiiiiiiiiiiiii!!, ¡¡pero que inquina!! Y, por supuesto, su elaborada, truculenta y conspiranoica teoría de los atentados del 11-M supera cualquier historia del genio de las conspiraciones Philip K. Dick.

Tampoco sería justo dejar sin la munición más importante a la mitad de programas humorísticos de La Sexta y a las tertulias nocturnas de la SER. Si nos quitan a Terminator Losantos, ¿con qué se van a rellenar tantos minutos en los medios? ¿Quién va a pedir ahora la abdicación del monarca? Y, lo que es más importante, ¿qué vamos a hacer los cientos de miles de seres humanos de izquierdas que, cada mañana, sintonizamos, aunque sólo sea un poquito, al Innombrable para llegar con la boca abierta, completamente anonadados al trabajo? Para calentarnos, para ponernos lo justito de mala hostia y tener el cuerpo en tensión competitiva. Ya lo apuntaba Shamalayan en El Protegido, todo superhéroe debe tener un villano a la altura. Si nos arrebatan de las manos al jodido vengador cavernícola... ¿¿de quién nos vamos a reír hasta partirnos la caja??

martes, 29 de julio de 2008

Con bigote no hay programa


El cliente siempre lleva razón, es el mantra tatuado a sangre y fuego del comercial que se precie. Y todo vale por subir un 0,3 de rating en la audiencia es la ley que impera en la televisión del sigo XXI. La última muestra, la furibunda reacción de los telespectadores de un telediario sueco, cuyas quejas en masa obligaron el otro día a afeitarse "en vivo" el bigote al presentador del espacio. Ya lo adelantó El Jueves en su portada de hace un par de semanas, ¡¡todo vale por la audiencia!!

El periodista, Rikard Palm, del programa de actualidad Rapport, se había dejado bigote durante las vacaciones, según él mismo relató a la publicación en red aftonbladet.se. "Me dejé crecer el bigote antes de volver al trabajo porque mi mujer me decía que estaba más guapo". Pero los espectadores no estaban ni mucho menos de acuerdo con la esposa. Así, la llegada de Rikard Palm al trabajo después de su periodo estival con su nuevo y fino mostacho no gustó demasiado a la audiencia.

El cambio de look se produjo en un escaso periodo de una hora y media, ya que salió ante las cámaras con bigote a las 18.00 para presentar un avance y en la emisión del noticiario a las 19.30 ya no lo tenía. "Los teléfonos no paraban de sonar. Todos estaban muy enfadados. Es increíble que la gente pueda reaccionar así por un bigote", dijo Palm al diario digital.

El programa se emite en la cadena sueca pública SVT y, al igual que ocurre en Reino Unido o Francia, en Suecia los espectadores pagan una licencia anual por ver la televisión. Quien paga, manda, así que desde esta humilde bitácora proponemos la instauración de un canon también para la televisión pública española, y así poder exigir a Lorenzo Milá que salga con perilla y en tanga a presentar el telediario de las 21.00. Eso sí que sería talante.

sábado, 10 de mayo de 2008

¡Salvemos a los pingüinos gays!



La Asociación Americana de Bibliotecas (American Library Association, ALA) publicaba el 7 de mayo su lista de los “10 Most Challenged Books of 2007”, algo así como los 10 libros más cuestionados de 2007. Por segundo año consecutivo, el cuento para niños And Tango Makes Three, de Justin Richardson y Peter Parnell, ilustrado por Henry Cole y editado en España por RBA (Tres con Tango, 2006), conseguía el honor del ser el libro con más intentos de censura en todo el año en Estados Unidos.


Esta historia de dos pingüinos machos que se convierten en padres de un huevo “huérfano”, basada en una historia real de dos pingüinos gays del Zoo de Central Park, Nueva York, ha vuelto a desatar las iras de cientos de familias al otro lado del Atlántico. Los papás y mamás se escandalizan con la posibilidad de que sus pequeños y puros retoños puedan leer que también hay maricones en el reino animal, y encima se les permite adoptar. Hay que evitar el contagio racional de sus niños, no vaya a ser que luego crezcan tolerantes y les de absolutamente igual la orientación sexual del prójimo.


La citada lista no la edita ninguna institución desconocida ni de intereses ocultos. La American Library Association (ALA), que también organiza la Semana contra la prohibición de los libros, es la asociación de bibliotecas más grande y más antigua del mundo, y cuenta con más de 65.000 miembros. Su misión es promover la mayor calidad en las bibliotecas y en sus servicios de información, así como el acceso público a la misma. “El libre acceso a la información es un valor americano fundamental que debería estar siempre protegido”, asegura Judith F. Krug, director de la Oficina para la Libertad Intelectual (Office for Intellectual Freedom), el departamento de la ALA que publica la lista negra desde hace 15 años. “No todos los libros son adecuados para cada lector, pero una interpretación individual de un libro no puede arrebatarme el derecho de seleccionar textos o material de lectura para mí o para mí familia”, añade Krug.


Desde hace 15 años, la ALA recibe informes de libros cuestionados o, en inglés, challenges. Cada “challenge” se define como una denuncia formal y escrita, que haya sido archivada en una biblioteca o escuela, pidiendo que el material “cuestionado” sea retirado por razones de su contenido o conveniencia. Las bibliotecas públicas, los colegios y las bibliotecas de estos colegios, a raíz de peticiones de las familias, son quienes remiten estas quejas. En 2007, la Oficina para la Libertad Intelectual (OIF) recibió 420 informes o esfuerzos por desterrar determinados textos de los planes de estudio de una escuela o de las estanterías de una biblioteca. Algunas de las otras peligrosas y lascivas obras que este año han alcanzado el top-ten son: La brújula de oro, de Philip Pullman –se dice que promueve el ateísmo…-, Olive’s Ocean, de Kevin Henkes, o la recurrente saga Harry Potter –ya en 2001, un iluminado de EEUU decidió armar una fogata con libros del mago de Rowling-, acusada de apostar por la brujería y fomentar el uso de la mentira en los niños.



El ataque al pensamiento


Un rasgo común de toda dictadura es la represión al pensamiento diferente y, por ende, la institucionalización de la censura. En su fabuloso relato distópico Farenheit 451 -que luego llevaría al cine con maestría François Truffaut-, Ray Bradbury dibujaba un futuro donde los libros eran quemados por las autoridades y un pequeño grupo de resistentes mantenía la llama de la Humanidad, aprendiéndose de memoria los textos. Un hombre, un libro, era la hermoso enseñanza.

Ya tres décadas antes de la publicación de la novela, el nazismo dio pruebas al mundo de la
abominación que se avecinaba con su quema de libros en la plaza frente a la Universidad de Humboldt, de Berlín. En una de las “ventanas” de la plaza por las que, mirando hacia abajo, se ve el emotivo monumento subterráneo, una biblioteca de estantes vacíos que podría albergar los 30.000 libros que esa noche del 10 de mayo de 1933 devoraron las llamas, se lee Dónde se queman libros, allí terminarán quemando seres humanos", del poeta romántico alemán Heinrich Heine. Y lo cierto es que los nazis acabaron quemando seres humanos diez años después en sus campos de exterminio.


El libro simboliza la mayor expresión de diferenciación de nuestra especie, la representación en palabras del intelecto, de la capacidad de pensar en lo abstracto, de ir más allá de la ley del más fuerte de la selva. Se dice que la imprenta fue el gran invento del hombre por aquello de que democratizó el acceso a la información, a la cultura, al conocimiento, hasta entonces en manos de una reducida camarilla en monasterios y castillos, que conocía muy bien que el saber es poder. Para quienes –tristemente, demasiados- creen que dos tipos, dos tipas o dos lagartos no se lo pueden montar entre ellos, sigue siendo muy conveniente predicar el rap de las grandes religiones monoteístas: la homosexualidad es antinatural y Dios la castiga.

Entrar en una discusión sobre los endebles cimientos que sostienen esta afirmación no vale la pena. Basta echar un vistazo a la historia para saber que la homosexualidad es tan antigua como el hombre, y que sólo con la llegada del cristianismo comenzó a transformarse en anatema. Pero para lo que no están preparados los guardianes de la moral es para asistir a una pequeña revolución arco iris en el reino animal. Joder, ya es bastante que, de evz encuando, algún cura salga del armario, pero dos pingüinos es demasiado… Y es que, si dos pingüinos muy machos frotan sus piquitos, lo de ser gay no debe de ser tan antinatural y abominable como predican. Por eso And Tango makes three ha sido el libro más perseguido (¡también en la liberal Boston!), y no sólo en Estados Unidos: el pasado febrero, el condado inglés de Loudoun también mandaba retirarlo de las bibliotecas en las escuelas primarias.

Como señalaba David Weintraub, director de Equality Loudoun, una organización que vigila los derechos de los homosexuales, "el libro trata de la felicidad de ser parte de una familia. Estos pingüinos se aman mutuamente y se preocupan el uno y el otro". El relato, que simplemente habla de que el amor también se puede encontrar en una familia no tradicional, nace de la historia que ocupó páginas de periódico en todo el mundo en 2004, cuando se dio a conocer las andanzas de dos pingüinos barbijos machos llamados Roy y Silo, que eran pareja de hecho en el zoo neoyorkino de Central Park. Los pingüinos barbijo son los que tienen una delicada línea de plumas negras por debajo del pico, como si fuera un collar, muy habituales en la Antártida.

Pues bien, los cuidadores del zoo veían a diario cómo Roy y Silo trataban una y otra vez de abrir una roca que se asemejaba a un huevo. Así que, al darse cuenta de que eran pingünos machos, los cuidadores tomaron prestado el segundo huevo de una pareja hetero de al lado, que era incapaz de abrir el citado huevo. Roy y Silo sí que consiguieron abrirlo, y la bebé Tango se unió a su feliz familia. Durante dos años y medio, calentaron y alimentaron al pequeño, que hubiera sido incapaz de sobrevivir sin el cuidado amoroso de sus dos papás.


Silo vuelve a entrar en el armario


Eso sí, después de seis años de relación, en septiembre de 2006, Silo abandonaba a Roy y hacia el camino inverso hacia dentro del armario, reconvirtiéndose en heterosexual. Una sexy ejemplar llegada del Sea World de San Diego le hizo cambiar de acera, construir un nido compartido junto a la piscina y dejar a Roy a dos velas. Afortunadamente, en el zoo de Central Park existe una pequeña Chueca en la colonia pingüina que alberga otras cuatro parejas homosexuales, con lo que desde hace dos años Roy se consuela con su nuevo novio Tazuni. Una libertad sexual que podrían aprender los cuidadores del zoo de Bremen, que ha estado importando hembras de Suecia –tienen fama de ser las más guapas…- para cambiar la tendencia homosexual de sus pingüinos (tres de los cinco que tienen lo son). A pesar de los intentos, las pingüinas Humboldt suecas tampoco consiguieron nada, las parejas homosexuals no se puedieron romper y el zoo desistió de seguir con su idea.

Si la deliciosa El viaje del emperador fue alabada por muchos grupos conservadores cristianos como ejemplo de valores de familia, Roy y Silo habían sido tomados como iconos del movimiento gay. Un artículo del The New York Times abordaba el caso de estos pingüinos y aportaba interesantes datos acerca de la homosexualidad en el reino animal, con jugosas opiniones de diversos biólogos.

Después de hacer un repaso por algunos casos –un libro del artículo cita 450 especies
documentadas con animales gay: chimpancés, delfines, gaviotas...-, Marlene Zuk, una profesora de biología y autora de Sexual Selections: What We Can and Can't Learn About Sex From Animals (University of California Press, 2002), daba la visión general de la comunidad científica: "Los estudios muestran que la sexualidad es mucho más diversa de lo que la gente piensa. Muchos tienen la idea de un reino animal recto y en una sóla vía, al viejo estilo católico romano. Que sólo tienen sexo para procrear“. Aludiendo a los monos Bonobo, considerados los más cercanos al hombre, Zug añadía: "Hay expresiones de sexualidad ajenas al periodo fértil de la hembra, y estamos empezando a ver que el sexo no está necesariamente ligado a la reproducción".

Así que si hasta los chinpancés Bonobo echan canitas al aire y copulan con los de su mismo género, ¿hasta cuando seguirán defendiendo los adalides de la moral la antinaturalidad de la homosexualidad? ¿En qué momento permitirán a la gente vivir en paz y acostarse con quién le de la gana? Y, como no, ¿por qué diablos no dejarán de meterse con los libros "diferentes"? Make love not war ¡y vivan Roy y Silo! Sean heteros o gays...

Los libros más cuestionados desde 2000, según la lista de la American Library Association

Los libros con más intentos de censura del siglo XX, según la American Library Associaton

martes, 6 de mayo de 2008

China, el nuevo coco de Occidente


La lectura de los últimos números de dos de los medios más prestigiosos del panorama internacional, Time y The Economist, nos ha dejado un par de mensajes no demasiado encriptados en la botella: Occidente mira al resto del mundo con ojos muy blancos y hablando inglés, y China es mala, muuuuuuy mala... tiene más peligro que una piraña en un bidé.

El IV poder impreso atraviesa una crisis de variable intensidad desde la transformación de los hábitos sociales de los ciudadanos a raíz del empuje de las nuevas tecnologías, con Internet al mando de la revolución. Bajadas en el número de ejemplares vendidos, pérdida imparable de condiciones laborales de los periodistas, despidos -The New York Times recorta personal- y primacía de los intereses empresariales sobre los deontológicos (la toma de Rupert Murdoch del venerable Wall Street Journal es buen ejemplo de ello). Sin embargo, y hasta que la información on line diga lo contrario, los periódicos siguen marcando buena parte de la agenda informativa mundial, especialmente los anglosajones.

Un entrañable profesor –muy de derechas- de Redacción Periodística de la Facultad de Ciencias de la Información de Madrid me inculcó desde las primeras cervezas en la universidad la imperiosa necesidad de leer, ver y escuchar diferentes voces y tendencias. Extender la oreja para oír siempre lo mismo que uno piensa es el camino más rápido para entrar en el clan de los Homo Dogmaticus. Así que, siempre que el bolsillo lo permite, es obligada la visita al quiosco en busca de las últimas novedades. Como uno tiene especial predilección por el papel impreso –ummm, leer, ensuciarse las manos, arrugar las páginas, doblar un ejemplar en el bolsillo, blandirlo en una noche de copas para rematar una frase…-, el pasado fin de semana, vuelo de placer a la mágica Praga de por medio, compré los últimos números de las revistas Time y The Economist, biblias respectivas del periodismo estadounidense y británico.

Tras la lectura de ambas ediciones, artículos notables y descubrimientos sabrosos de por medio, una melodía sonaba de fondo con inequívoca exactitud: a pesar de la manida globalización, la visión caucásica, anglosajona y liberal del mundo sigue siendo el prisma por el que mira la información más poderosa. En su mil veces citada y prestigiosa lista de las 100 personas con mayor influencia en el planeta Tierra, Time apuesta por más de setenta personajes anglosajones, casi el 90 por ciento estadounidenses, con elecciones tan curiosas como las de los cómicos Chris Rock (supongo que por subir la cuota de afroamericanos), Judd Apatow (The Larry Sanders show) o Lorne Michaels (Saturday Night Live), todos ellos brillantes pero bastante desconocidos fuera de Estados Unidos.

El top-100 incluye a artistas que se crecen en el quirófano como Mariah Carey (¿¿ein???), Robert Downey Jr o el médico televisivo Mehmet Oz (conocidísimo Hipócrates del siglo XXI…). Lance Armstrong y Andre Agassi son algunos de los deportistas nombrados. Por supuesto, también hay espacio para la dupla Brangelina y George Clooney, trío abanderado de lo cool y las buenas causas, así como la sempiterna Oprah Winfrey, una empresa en sí misma más que una persona. Y, ta chán, ta chán, el indómito George W. Bush, imagen de cabecera de este blog, cuya amorosa alma desnuda el sin par Berlusconi. “Recuerdo como me hablaba de dejar a nuestro hijos una paz duradera…”; “Bush será recordado como el Comandante en Jefe”; “La historia le recordará como un líder de ideales, valentía y sinceridad”… son algunos de los lacrimógenos recuerdos de Súper Silvio en la Hora Cero. De verdad merece la pena leer y releer la pieza periodística, frotarse los ojos mientras se mastican improperios y cantar a viva voz O Sole Mio al compás de cada boutade del virrey italiano. Una lectura obligatoria que recomiendo se acompañe después del esplendido artículo sobre el capo Silvio que se puede encontrar en el blog amigo La inquieta mirada.

Resumiendo la lista Time… ¿Latinos? Seis (el magnate Carlos Slim, los políticos Evo Morales y Michelle Bachelet, la bloguera cubana Yoani Sánchez y… los deportistas Lorena Ochoa, una jugadora de golf, y el futbolista Kaká.. glups…). ¿Hindús? Tres (uno la Consejera Delegada de Pepsi, mitad gringa, otro la líder Sonia Gandhi, que vive en Italia…). ¿Asiáticos y de Oriente Medio? Una docena (aunque tres son los occidentalizados líderes de Dubai, Qatar y Arabia Saudí y otros dos el terrorista Baitullah Mesud y el casi terrorista Muqtada-Al Sadr). ¿Africanos? Tres (Mo Ibrahim, rey del teléfono móvil en África, Jacob Zuma, el futuro presidente polígamo de Suráfrica y un heroico periodista de Burundi, cuyo perfil traza Christiana Amanpour, a mi gusto, la mejor periodista que tiene la CNN). Las mujeres, afortunadamente, han salido mejor paradas con 22 representantes.

Entonces, ¿qué va antes?, ¿el huevo o la gallina? Es decir, ¿Time monopoliza su lista con el dibujo de las barras y estrellas porque esto es lo que hay o porque perpetua una imagen maniquea del mundo y un anglo centrismo rampante? Las dudas quizá se disipan al recurrir al elegido para abrir a doble página el prolífico reportaje, nada más y nada menos que el Dalai Lama, recuperada estrella mediática tras las protestas en Tibet contra China. La elección de este supuesto pacifista –los tibetanos arramplaron contra todo y contra todos en su reciente oleada de manifestaciones- y su panegírico retrato –escrito por Deepak Chopra, que va por la cincuentena de libros de autoayuda- es evidente que jamás se hubiese producido sin la cercanía de los Juegos Olímpicos en China, y las televisadas protestas callejeras contra el recorrido de la antorcha olímpica.

Junto a la rotunda interpretación del Star Spangled Banner de Time, The Economist también bucea en la piscina anglosajona, aunque tirándose desde otro trampolín. Eso sí, se une a Time en alertar del peligro chino, aunque de una forma menos encubierta. La portada del semanario inglés es tan impactante como sensacionalista: Angry China (China enfadada) rotula la revista sobre la ilustración de un dragón rojo, que asusta al lector con la mirada. The Economist, fundado en 1843 para “tomar partido en la disputa entre la inteligencia, que empuja hacia delante, y la nada valiosa ignorancia que obstruye el progreso”, dedica varias piezas en su interior a alertar del camino que sigue el poder político en el Gigante asiático.

El semanario critica la dictadura (lo de sus amigos de Arabia Saudí debe de ser democracia participativa), la corrupción gubernamental en todas las provincias (cosa que NO existe en Occidente…), el caos medioambiental y la polución que asfixia al país (joder, ahora estos chinos consumen mucho petróleo…) y la forma en la que la cúpula comunista utiliza el nacionalismo para mantenerse en el poder (lo cierto es que Estados Unidos NO hace uso del nacionalismo ni del concepto de nación elegida para llevar la democracia al resto de mortales). Uno de los artículos termina reclamando el derecho del mundo occidental a meterse en los asuntos internos de China porque su estabilidad influye al mundo entero.

Y, como no, reclama que el Gobierno controle las manifestaciones contra los intereses europeos a raíz de los ataques a la antorcha olímpica en su camino por París y Londres: está bien hacer el cafre contra los chinos y apadrinar iniciativas de boicot a sus productos, pero ellos no pueden reunirse en frente de un Carrefour a mentar a la madre de Napoleón. Viva la doble moral anglosajona.

Lee el reportaje de Time con la lista de las 100 personas más influyentes

The Economist
y sus artículos s
obre China del último número

jueves, 24 de abril de 2008

Divorcio en vivo: el poder de YouTube


Bandera de la nueva era de la información y ventana al vouyerismo global, YouTube se ha convertido ya desde hace tiempo en una suerte de cuarto poder blando y postmodernista, no para influenciar en las esferas políticas o económicas, sino para determinar tendencias, pautas de ocio y aptitudes sociales entre la gente de medio mundo. Su impacto profundo en las nuevas formas de comunicación y en el estilo de vida se refleja por todas partes. De hecho, la revista Time eligió precisamente como personaje del año 2006 a "you", es decir, a ti, a nosotros, al ciudadano como protagonista y como famoso por cinco minutos, recreando al profético Warhol, ya sea a través de YouTube, MySpace, Wikipedia o Facebook.


Desde el vendedor de tickets de metro de Marien Platz en Múnich -que hoy no apartaba la vista de un añejo vídeo de Billy Idol, por supuesto vía YouTube- hasta el compañero de curro que te enseña el último vídeo de un prestidigitador de la garganta, YouTube entra a diario en nuestras vidas. La última novedad a la que mis ojos incrédulos han asistido dentro de este ágora visual es al divorcio en vivo. Está pasando, lo estás viendo, que diría la CNN. En un vídeo ya con casi 200.000 visitas, Tricia Walsh-Smith, una ex actriz y autora teatral -al menos de una obra, Bonkers-, arremete contra su todavía marido Philip Smith, presidente de la organización Shubert, que es la principal asocación de propietarios de teatros en Broadway. O sea, un tipo con el dinero por castigo.


Entre la furia, el llanto y la desesperación, la mujer, residente en Nueva York, se queja con amargura -y una pose muy estadounidense- de un acuerdo prenupcial que firmó estando enamorada y por el que ahora su marido la puede echar del lujoso piso donde viven en 30 días, si un juez decide que tiene motivos fundados para el divorcio. Su esposo, todo hay que decirlo, es 25 años mayor que ella, y ahora, según la rumorología de la red, está empatado con una carajita muuuuuuucho menor que su mujer. Citando a una madrileño-venezolana que duerme conmigo, joder, pero qué previsibles somos los hombres...


Retomando el hilo del vídeo denuncia, la señora Walsh-Smith clama por la austera pensión que le quedaría en caso del fallecimiento de su marido si se consuma el divorcio. También muestra ante la cámara un entrañable álbum de fotos mientras clasifica a los miembros de la familia de su ex como simplemente "malos", muy "malvados" o "asquerosos". Después, se da una vuelta por el lujoso piso del que pretende echarle su marido, mezclando ahogados sollozos con loas al sofá de turno o a un cuadro de dudoso gusto. En el clímax de su alegato, Tricia aprovecha para desvelar detalles de su vida sexual en los que su querido Philip no sale muy bien parado. "Nunca follamos porque decía que tenía alta su presión sanguínea y esto está lleno de condones, viagra y películas porno". Una retahíla que repite por teléfono a la asistente de su esposo en la oficina, atónita ante lo que escucha. Lamentablemente, no podemos ver la cara de la citada secretaria...


Aunque al final Patricia parece recuperar la fe y se declara una guerrera dispuesta a luchar, según algunos abogados recogidos en la prensa estadounidense, su momento internet puede costarle caro en el juicio, ya que el marido tiene ahora todas las papeletas para acusarla por difamación. Mientras tanto, ya han brotado como setas numerosos vídeos de usuarios -la mayoría hombres- respondiendo a Tricia con humor negro, haciéndose pasar por el abogado del marido, por la amante del mismo... En uno de ellos, un tipo sugiere una estrategia ganadora al bufete de abogados del marido: "Si ella dice que nunca han hecho el amor, el matrimonio no se ha consumado, ergo la mujer no tiene ningún derecho".


En flin, seguiremos el caso con atención, a la espera de la respuesta del cónyuge, por qué no, también vía internet. La vida privada ha muerto, larga vida a YouTube.


Mira el vídeo-divorcio de Tricia